La Profecía de Al-Ándalus

¿De qué trata La Profecía de Al-Ándalus?

La profecía de Al-Ándalus ha permanecido en las sombras durante siglos, esperando el momento de cumplirse. Fue el Santón del Sacromonte quien predijo lo que el futuro depararía, y se lo confió a Al-Hamar, el primer sultán nazarí de Al-Ándalus. Además de la enigmática profecía, el Santón reveló al sultán la ubicación de tesoros y conocimientos ancestrales que la humanidad ha anhelado desde tiempos inmemoriales.

Alfonso X el Sabio, y siglos más tarde, la Reina Isabel la Católica y Boabdil, el último gobernante andalusí, heredaron esa sabiduría secreta, entrelazando sus destinos en una trama de poder. En un contexto de codicia, venganza, obsesión y pasión, estos personajes protagonizan una crónica de tiempos convulsos y sangrientos, donde la lucha por el control y la ambición los lleva desde los campos de batalla hasta las majestuosas estancias de la icónica Alhambra.

Al-Ándalus

Al-Andalus fue el territorio de la península ibérica que estuvo bajo dominio musulmán desde el año 711 hasta 1492. Este período comenzó con la llegada de los ejércitos árabes y bereberes, quienes derrotaron al rey visigodo Rodrigo en la batalla de Guadalete. A lo largo de los siglos, Al-Andalus se convirtió en un centro de poder, cultura y conocimiento en Europa, dejando un legado que aún perdura en la historia y en la arquitectura de España.

El esplendor de Al-Andalus alcanzó su auge durante el Califato de Córdoba en el siglo X, bajo el reinado de Abderramán III. Córdoba se transformó en una de las ciudades más avanzadas del mundo, rivalizando con Bagdad y Constantinopla. Era un centro de aprendizaje donde convivían cristianos, judíos y musulmanes, lo que propició un intercambio cultural y científico sin precedentes. Matemáticas, medicina, astronomía y filosofía florecieron en Al-Andalus, con figuras destacadas como Averroes y Maimónides.

La convivencia entre las tres culturas, conocida como la «convivencia andalusí», fue uno de los aspectos más notables de esta época. Aunque hubo conflictos, muchos gobernantes promovieron la tolerancia religiosa y el respeto mutuo, permitiendo que cristianos y judíos vivieran bajo su propia ley a cambio de tributos. Esta convivencia dejó una impronta en la arquitectura, el arte y la literatura de la península, fusionando elementos de diferentes tradiciones.

Sin embargo, a partir del siglo XI, Al-Andalus comenzó a fragmentarse en pequeños reinos llamados taifas, lo que debilitó el control musulmán. Tras siglos de conflictos, la Reconquista culminó en 1492 con la toma de Granada por los Reyes Católicos. A pesar de su fin, el legado de Al-Andalus sigue vivo en la cultura, el arte y la arquitectura, especialmente en monumentos como la Alhambra de Granada y la Mezquita de Córdoba.